“En una respuesta rápida se puede concluir en que un silobolsa encierra inversión real, generación de empleo, aporte fiscal y divisas genuinas”, —dijo Iván Ullmann, analista de mercados agropecuarios—; es decir, es un muy mal negocio atentar contra ellos”.
La consulta viene a cuento por los más de 70 silobolsas que se han dañado en los últimos meses en el país en una escalada que parece no tener fin y que, en la última semana, provocó la reacción desde el ministerio de Seguridad de la Nación a la luz de los (escasos) resultados de las investigaciones y de las importantes pérdidas que, claramente, se empieza a comprender que no es sólo para los productores.
La definición del licenciado Ullmann no se realizó sin cálculos previos correspondientes. Veamos.
En promedio, un silobolsa almacena 200 toneladas de granos. Si se analiza el caso de uno que contenga trigo, cereal característico en el sudoeste bonaerense, se advierte que allí hay unos 36.000 dólares, como resultado de una cotización de alrededor de U$S 180 por tonelada.
De acuerdo con Ullmann, para lograr las 200 toneladas de trigo, en base a un rinde de 2,85 toneladas por hectárea, un productor debe cultivar 70 hectáreas. También invertir 250 U$S/h en costos directos (labranzas, semilla, fitosanitarios, fertilizantes, cosecha y demás), a lo que sumará luego otros U$S 100 en gastos de comercialización (fletes, comisiones y otros).
“Rápidamente se acumula una apuesta en inversión real del orden de los U$S 350 por ha. Si se requieren 70 hectáreas para llenar un silobolsa, esto implica unos U$S 24.500. Es decir, casi el 70 % del valor del contenido”, explicó Ullmann, en diálogo con La Nueva.
“Pero el aporte no se queda ahí. A este número se deben adicionar las contribuciones en tributos municipales, provinciales y nacionales. En base a esto, en este junio la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) concluyó que la participación del Estado en la renta agrícola alcanza el 68,3 %”, comentó Ullmann, quien es licenciado en Economía por la UNS.
Entre estos aportes hay que resaltar los derechos de exportación: por cada tonelada exportada de trigo, el Estado recauda el 12 %. De esta manera, si al valor de exportación de 243 dólares (informado por el ministerio de Agricultura) se le aplica la alícuota del 12 %, se advierte un aporte al fisco de U$S 29 por tonelada. En el caso de un silobolsa de 200 toneladas, la suma asciende a U$S 5.800. Y, en soja, los derechos de exportación se ubican en el 33 %.
“El silobolsa es una clara solución logística y su contribución es ganar eficiencia en el proceso de producción del agro, tanto en granos como en forrajes. Su fortaleza radica en la flexibilidad que otorga al sistema en sus etapas de cosecha, almacenaje y comercialización”, dijo Ullmann.
“Uno de los puntos a destacar es que el actual nivel de producción de granos de la Argentina, que ronda los 150 millones de toneladas y con una aceleración muy fuerte en la tasa de crecimiento durante los últimos 20 años, no tiene posibilidad de ser acopiado en las tradicionales estructuras de almacenaje. De allí uno de los puntos de solución que esta herramienta ofrece”, amplió.
Ullmann apreció, asimismo, el momento de la cosecha.
“Con máquinas que han incrementado tecnología, potencia en sus motores, ancho de labor y, por lo tanto, capacidad de trilla (en maíz puede superar las 100 toneladas grano por hora, en base a datos del INTA), se hace imposible imaginar la labor de recolección sin el fusible logístico del silobolsa”, sostuvo.
“No sólo por la elasticidad que brinda en la capacidad de almacenaje, sino por la flexibilidad de su localización en el lote, lo cual deriva en un claro incremento en la eficiencia de la cosecha”, afirmó.
Otro punto que consideró el consultor dorreguense es el rol en la comercialización.
“Tras la cosecha, el silobolsa permite al productor analizar mercadería, realizar una suerte de segmentación de las calidades y organizar su comercialización en función de los compromisos asumidos a lo largo de todo el ciclo de producción”, mencionó.
“Esta mejor organización impacta positivamente, también, en la administración del flujo de camiones hacia el puerto, lo que evita puntos de saturación y cuellos de botella. Es decir, se gana en más eficiencia”, concluyó Ullmann.
Fuente: Diario La Nueva., de Bahía Blanca