Mariano D'Amore, vicepresidente de la Asociación de Ganaderos y Agricultores de Bahía Blanca (AGA).
El año 2021 está a punto de terminar. Y 2022 se inicia mañana. El balance de lo que pasó y las expectativas a futuro son parte de un tramo de la charla con Mariano D'Amore, vicepresidente de la Asociación de Ganaderos y Agricultores de Bahía Blanca (AGA).
“¿El mensaje sobre el fin del año? Los deseos de un 2022 con salud para todos, para que se encuentre la salida a este laberinto en el que nos encontramos desde hace muchos años como país, de manera inteligente, con propuestas concretas y objetivos de corto plazo y mediano plazo. Y que, como sociedad, nos involucremos más en los temas de la cosa pública que es, en definitiva, lo que les marcará el destino a las próximas generaciones. Son las ideas las que faltan para que la sociedad se entusiasme y vea que existe un futuro mejor. El recurso humano para torcer esta dinámica existe; falta ponerlo en el lugar indicado”.
—¿Qué fue lo mejor del año 2021?
—La salud de los seres queridos.
“La concientización de la sociedad sobre algunas cuestiones estructurales que ya no tolera y entiende que las soluciones ensayadas hasta ahora sólo han empeorado la situación”.
—¿Y lo peor de 2021?
—El encierro; el aislamiento. El cierre de las exportaciones. La presión tributaria a nivel general. La falta de rumbo en todo sentido como país. Las trabas al comercio. El desdoblamiento cambiario.
—¿Dos palabras para este año que termina?
—Mucha incertidumbre. Y con decisiones tomadas aprovechando la coyuntura, como nos tiene acostumbrado el país, pero sin un horizonte claro. Es una figurita repetida en un contexto global muy difícil, aunque el sector fue uno de los menos perjudicados.
—¿Las expectativas para 2022?
—Que la sociedad asuma un rol más protagónico desde lo institucional, por fuera de toda ideología, y que entienda que el camino transitado nos ha llevado a resultados contrarios a los deseados.
“El país no soporta más el deterioro de los indicadores que muestran una triste realidad en una parte importante de la sociedad”.
—¿Qué tendría que pasar en 2022 para que el sector esté mejor?
—No lo pondría en términos del sector.
“Primero estará mejor el país si se corrige el rumbo; lo sectorial queda en segundo plano. El país estará mejor cuando pueda pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.
“Nos falta pensar de manera colectiva; los argentinos somos muy individualistas”.
—¿Qué cambió en la política agropecuaria desde la asunción de Julián Domínguez?
—Poco, solamente mejoró el diálogo, pero el contenido no tuvo un cambio sustancial. Fue un maquillaje para el período preelectoral.
—¿Se liberaron las exportaciones de carne?
—Claramente no. Lo único que se puede exportar sin restricciones es la vaca de descarte, ya que el resto sigue con las mismas limitaciones que antes, con cupos para exportar.
—¿Cuál es el panorama de la ganadería regional?
—Para la cría es bueno, porque los valores de la invernada son de los más altos en términos históricos, aunque todavía el grueso de los terneros no se ha comercializado a estos precios. Veremos qué sucede en plena zafra marzo-abril-mayo.
“A partir de la compra de invernada, los resultados de los sistemas de engorde a pasto son muy justos, o negativos, dado los costos de producción y los valores de la reposición”.
—¿Cuál es el panorama de la agricultura regional, especialmente en trigo y en cebada?
—El trigo no aparece muy alentador, porque se va por el mismo camino equivocado de hace unos años, en donde la intervención impacta sobre la cotización del cereal sin que esto tenga un efecto sobre el precio al consumidor.
“Es la historia repetida de una metodología que ha fracasado, en varias oportunidades, en otras campañas de volúmenes récords de producción.
“Al mismo tiempo los insumos han experimentado un incremento significativo, situación que reduce, junto con lo que comentaba anteriormente, la intención de siembra para la campaña 2022-23.
“En la cebada el panorama es un poco mejor ya que no existen intervenciones, aunque los derechos de exportación, al igual que en el trigo, impactan sobre la superficie a implantar y hacen inviable la producción en algunas zonas.
“¡Qué distinto sería, en términos de superficie total sembrada, si no existieran los DEX!”.
—¿Mejoró la comunicación del sector agropecuario con la sociedad?
—Poco. Falta una eternidad para alcanzar al ciudadano medio, quien no conoce sobre la actividad y tiene un prejuicio sobre ella.
“Es una tarea pendiente que debe ser analizada de manera integral. Algunas instituciones, como Carbap, han iniciado ese camino, que no es sencillo, pero por lo menos se ha comenzado”.