Cría: Bajos ingresos, ventas forzadas y un riesgo de descapitalización (aún no ponderado)

04 junio 2023

Según el Rosgan, el precio del ternero acumula un atraso del 38 % anual (medido en términos reales). Otro tanto sucede con la vaca con destino faena.



   Aún con fuertes restricciones de forraje y mayores costos de suplementación para transitar el invierno, el retraso que arrastra el precio, tanto del ternero como de la vaca, configuran una de las peores campañas para la cría de los últimos años.

   Medido en términos reales, el precio del ternero acumula un atraso del 38 % anual (según el índice Rosgan). Lo mismo sucede con la vaca con destino faena que, en el último año, registra un retraso real promedio del 38 %, aunque en el caso de la vaca flaca, presionada por el aluvión de oferta de esos últimos meses a causa de la seca, el quebranto interanual asciende al 50 %, en términos reales. Estas dos categorías componen, precisamente, el principal ingreso con que cuenta el criador para sostener la estructura de todo un año productivo.

   En efecto, siguiendo como referencia un planteo productivo de cría mejorada en Cuenca del Salado —según los modelos elaborados por la Dirección de Estudios Económicos de Ministerio para el seguimiento trimestral resultados ganaderos—, tenemos que el ingreso anual estimado, tanto por venta de terneros/as como por vacas y toros de rechazo este año arrojaría unos $ 60.850 por hectárea. Comparado con los $ 50.985 calculados a mayo del año pasado y llevados a valores de hoy, implican un 40 % menos de ingresos al año.

   Por supuesto que estos modelos, diseñados para analizar la evolución de los márgenes económicos de la actividad, no tienen en cuenta variaciones en la cantidad de cabezas y kilos vendidos en cada ciclo. Si bien este año por datos de stock sabemos que existen unos 670.000 terneros más que los logrados el año pasado, un factor no menor, aunque difícil de ponderar en promedio general, es la merma en kilos que muchos criadores terminaron sacrificando al momento de la venta, producto de los destetes anticipados que debieron realizarse ante la falta de pasto.

   Por tanto, si bien este año se evidencia una mayor cantidad de terneros saliendo de los campos, los kilos logrados por animal en muchas zonas han estado por debajo de lo esperado, con valores que resultan casi un 40 % inferiores a los obtenidos un año atrás, medidos en moneda de hoy.

   Sucede que la seca ha golpeado muy fuerte a todo el sector agropecuario. En este sentido, el invernador, que es uno de los grandes demandantes de este tipo de hacienda liviana, hasta entonces ha estado prácticamente ausente, o al menos muy limitado en su poder de compra, jaqueado por las mismas restricciones de pasto que sufrió el criador.

   Del mismo modo, también se ha notado la falta de liquidez proveniente de la agricultura que, en los últimos años ha ingresado importantes flujos de fondos al sector ganadero, en búsqueda de protección de valor. Sobre males, el costo de tomar fondos externos a tasas cercanas a los dos dígitos anuales se ha tornado prácticamente prohibitivo para cualquier actividad productiva y, más aún, para una ganadería con precios de la hacienda sumamente retrasados contra inflación.

   En este contexto, el gran desafío para el productor es cómo transitar un año con menores ingresos y sin oferta crediticia, evitando ingresar a un proceso de descapitalización. Lo que se observa hasta el momento da cuenta de un importante desprendimiento de vacas. Si bien buena parte de estas ventas fueron forzadas por la seca, también en una gran proporción fue impulsado por la necesidad de cubrir el faltante de fondos que no se consiguió generar con la zafra terneros.

   En efecto, los datos de faena de vacas registrados hasta el mes de abril marcaban un incremento del 27 % respecto de lo faenado en igual período del año pasado, mientras que durante mayo, de acuerdo a los datos provisorios de movimiento de hacienda que publica Senasa, se puede estimar una muy leve disminución respecto de abril, aunque aun superior al registado en mayo pasado.

   Posiblemente ante la falta de recursos, esta sea la “caja” más rápida y efectiva que encuentra el productor para generar esos recursos necesarios. Sucede que, además del bajo valor al que está vendiendo esta hacienda —un 50 % menos en términos reales— no debe dejar de ponderar cuánto le constará reponer esos vientres pasado el invierno.

Históricamente, el promedio del precio de reposición de una vaquillona preñada en relación al valor de una vaca de descarte ha fluctuado entre 2,0 y 2,5, lo que determina la cantidad de vacas de de descarte que se requieren para comparar una vaquillona preñada.

   El año pasado, a esta misma fecha, la relación de reposición arrojaba 2,3, unos 6 puntos por debajo del promedio, mientras que hoy, con la fuerte desvalorización que ha sufrido la vaca se encuentra en niveles de 2,8, 12 % por sobre el promedio de 10 años para este mismo mes.

   El punto que es que, hasta el momento, la relación de reposicion de vientres se ha incrementado mayormente por desvalorización de la vaca, sin contemplar aún la firmeza que, indefectiblemente, experimentarán los vientres nuevos a medida de que los campos comiencen a recuperar receptividad y nos acerquemos a momentos de mayor definición electoral. Es entonces cuando se ponderará la verdadera descapitalización que terminará sufriendo el criador durante esta campaña a causa de la seca, debido fundamentalmente a la ausencia total de mecanismos de contención que ayuden a transitar las adversidades que, naturalmente, se plantean en cualquier productión a cielo abierto.

Fuente: Ing. María Julia Aiassa / Rosgan