Siempre hemos confiado en el esfuerzo, la perseverancia, la educación, el riesgo, la innovación y el mérito como elementos dinamizadores de la vida en sociedad. Lo aprendimos de nuestros abuelos y lo visualizamos en su ejemplo de dedicación y sacrificio; ellos nos legaron esos valores, nosotros queremos sostenerlos y acrecentarlos, enseñándoselos a nuestros hijos.
No hay sociedades quietas y uniformes, hay distintas capacidades personales y es precisamente el mérito; como conglomerado de otros principios; lo que permite el crecimiento individual de las personas. Abundan los ejemplos en las sociedades modernas; no es igualando hacia abajo en donde las personas se desarrollan y crecen, no hay sociedades que progresen en base a una igualdad artificial, sino en la capacidad, el esfuerzo y la voluntad de progreso de cada individuo.
Hemos recibido una pésima señal, el Sr. Presidente de la Nación afirmó que no es el mérito el camino de la superación personal, sino una igualdad creada por el Estado, muy mala decisión para un país en constante decadencia y pésimo mensaje para todos, especialmente para los más jóvenes. Ya no tendrá sentido esforzarse; en todo caso el Estado se encargará de emparejar, siempre para abajo.
Ahora se entiende un poco mejor el hecho de sostener casinos abiertos y escuelas cerradas, es una forma de mostrar cómo se piensa el futuro; allí se advierte como se desvirtúa el concepto de mérito.
El mérito y el esfuerzo individual fue el camino elegido por millones de argentinos e inmigrantes que construyeron la Nación; parece que hoy comenzamos a desandarlo.
En estos días donde algunos pretenden llevarse por delante a la Justicia, nada más simbólico que estas desafortunadas afirmaciones; no hay nada más justo que dar a cada uno según su mérito y esfuerzo.
Desde CRA reivindicamos el mérito personal para el crecimiento de una sociedad, también nos gustaría que fuera el mérito el valor que sustente la conducción política e instamos a las autoridades nacionales a retomar la meritocracia como elemento de desarrollo personal y en sociedad.
Los dirigentes que conducen a sociedades prósperas han llegado por sus méritos personales, los que desprecian el merito individual, solo generan fracasos y desesperanza.
El presente de Argentina, exige mucho más mérito y menos populismo decadente.
Fuente: Prensa CRA