Tratado sobre producción de alimentos, maldiciones y bendiciones

19 enero 2021

Gustavo López, director de Agritrend, se confiesa: "Me equivoqué cuando cité las ventajas del país como productor y exportador de materias primas y productos elaborados de origen agropecuario".



   A casi cuarenta años de recibido de licenciado en administración y economía con orientación agropecuaria, y habiéndome dedicado de lleno al estudio de la problemática del agro argentino, con cientos de charlas y conferencias por todo el país y a todo tipo de audiencias, de estudiantes, productores, industriales, comerciantes, etcétera, sobre las ventajas de nuestro país como productor y exportador de materias primas y productos elaborados de origen agropecuario, debo confesar que parece que me equivoqué.

   Ahora nos enteramos que es una maldición exportar alimentos, debido a que los precios de los productos indispensables que tenemos que consumir los argentinos terminan muy tensionados por la dinámica de lo que ocurre con el comercio internacional. A ello se suma que es necesario tomar las medidas para desacoplar la evolución de los precios internacionales de los precios domésticos, que deben regirse por la capacidad de compra de los argentinos.

   Estas conclusiones, realmente insólitas, surgen de una diputada oficialista (NdE: María Fernanda Vallejos, Frente de Todos), economista de profesión que evidentemente desconoce la vital importancia del sector agroexportador para la economía de nuestro país.

Gustavo López, director de la Consultora Agritrend.

   Un país que tiene el privilegio de contar con suelos fértiles, un clima en términos generales benigno y un sector primario altamente calificado, que adopta la mejor tecnología disponible para producir todo tipo de alimentos, los cuales son procesados por un sector industrial de los más eficientes del mundo, todo eso es una maldición.

   Ser uno de los principales productores de una amplia canasta que incluye granos, oleaginosas y sus derivados, un sinnúmero de frutas, hortalizas, carne, lácteos, lana, etcétera, pasó a ser, de buenas a primeras, una desgracia.

¿La diputada sabrá que, en materia de retenciones solamente, se prevé una recaudación superior a los 7.000 millones de dólares?

   Si consideráramos los últimos veinte años, la argentina proveyó, solo en granos, a un mundo cada vez más ávido de comida cerca de 1.500 millones de toneladas, con ingresos por 480 mil millones de dólares, casi un PBI, y retenciones por algo más de 110 mil millones de dólares, que financiaron toda clase de torpezas, ineficiencias y aventuras.

   ¿No están ya desacoplados desde el momento que la mayoría de los productos tiene una carga tributaria sobre el valor de exportación?

   ¿No sabe que un productor de soja, que hoy en día tiene una cotización FOB de exportación de 525 dólares la tonelada, sólo recibe 335 dólares por tonelada, con el agravante de que esos dólares que recibe no son los “solidarios” de $ 150 sino los “oficiales” de $ 85?

   Que para cultivo como el maíz, tan sensible para la mesa de los argentinos desde hace un par de semanas (porque antes nadie hablaba de él), y que hoy cotiza a 260 dólares por tonelada, ¿un productor de maíz sólo recibe un equivalente de 125 dólares por tonelada a la cotización oficial?

   ¿Qué quieren desacoplar? ¿Por qué no plantean, como en otros países, esquemas de políticas anticíclicas que tiendan a equilibrar los precios internos en función a la bonanza de los precios externos, como en algún momento lo hizo Chile con el cobre; Colombia con el café u otras naciones?

¿Qué se pretende?

   Volver a las regulaciones, cupos, limitaciones que llevaron, lamentablemente, a los niveles más bajos de trigo de los últimos 100 años, caídas notables en maíz, sorgo, cebada y volvernos nuevamente dependientes del famoso yuyo, la tan despreciada soja. Por favor, dejen producir en paz.

   No volvamos a anticuados y fracasados programas intervencionistas que sólo lograron el desincentivo de los productores y el estancamiento o la caída de la producción, con la consecuente miseria que aún la política no pudo resolver.

Trabajen más en el esquema macroeconómico, bajando los altos índices inflacionarios, con una política monetaria más coherente.

   Toda esta desmesura me hace venir a la memoria un dicho que solía utilizar mi abuelo y me parece muy oportuno en esta circunstancia: “La ignorancia es audaz y atrevida”.

Por Gustavo López, director de la Consultora Agritrend / Fuente: Mitre y El Campo