De acuerdo a los números oficiales recientemente publicados, el stock ganadero nacional al 31 de diciembre de 2021 ascendía a 53.416.435 vacunos, lo que implica una ligera retracción (-0,2 %) respecto de la cantidad de animales registrada un año atrás. Si bien esta variación implica una pérdida de algo más de 100.000 animales, siendo el tercer año consecutivo en caída, claramente la magnitud del retroceso resulta mucho más moderada si se lo compara con lo registrado en los dos años previos, con caídas en torno a los 550 mil y 950 mil animales, durante 2019 y 2020 respectivamente. ¿Pero a qué responde esta ‘estabilización’ de la caída?
Como sucede en cualquier tipo de stock, la variación anual viene dada por la cantidad de ingresos menos la cantidad de egresos registrada durante un período determinado. En el caso del stock ganadero, los ingresos no son más que la cantidad de terneros nacidos en un año, mientras que los egresos vienen dados tanto por la mortandad natural de animales como, fundamentalmente, por la faena. Cuando el nivel de faena o ‘extracción’ excede el nivel anual de ingresos, el stock al final de ese ciclo lógicamente disminuye y viceversa, cuando la extracción resulta menor. Si el nivel de faena no cambia, entonces, las variaciones en stock responden exclusivamente a la producción neta; es decir, a nacimientos menos mortandad natural.
El año pasado el stock nacional se redujo en unas 100.000 cabezas. Sin embargo, el nivel de faena se contrajo en un millón de cabezas, pasando de una faena anual de 14 millones en 2020 a menos de 13 millones de cabezas en 2021. Por tanto, la variación neta del stock -sin considerar el efecto de la menor faena- resulta en una caída de más de 1,1 millón de animales, la mayor que se haya registrado desde la liquidación del período 2008-2010.
En términos relativos, la tasa de extracción el año pasado fue del 24,2 %, es decir, se faenaron 12,96 millones de cabezas de un stock inicial de 53,52 millones, generando una mínima variación en el stock nacional. Esto marca que la tasa de extracción de equilibrio -bajo el actual perfil productivo- se ubica en torno al 24 %, esto es nuevamente unos 13 millones de cabezas de faena.
En términos de oferta total de carne, una faena inferior a los 13 millones de animales implica una producción anual de menos de 3 millones de toneladas equivalente res con hueso. El peso promedio nacional de la res en 2021 fue 230 kilos equivalentes. Si bien en el último año se registró un incremento de 4 kilos con respecto del año anterior, el peso medio de faena no ha variado significativamente en los últimos diez años.
En efecto, en los dos únicos períodos donde el peso medio de faena alcanzó los 230 kilos, se observó una caída significativa en la proporción de hembras que conformaron dicha faena, por lo que el incremento de este indicador se debió más a una cuestión de composición por categoría que a un mayor peso de terminación de los animales en engorde, como si se ha dado de manera progresiva en los principales países productores de carne vacuna.
Por tanto, convivir con la actual tasa de extracción de corte a fin de evitar la erosión del stock, requiere de un crecimiento sostenible en la producción vía aumento de peso de faena por mayor cantidad de kilos logrados por animal en engorde.
Un aumento de 10 kilos en el peso medio de la res —manteniendo sin cambios la faena— aportaría unas 130 mil toneladas de carne adicionales, lo que permitiría al menos recuperar el nivel de producción registrado en 2019/2020, sin afectar el stock.
No obstante, un aumento significativo en el peso medio de los animales que llegan a faena se logra o bien con mayor intensificación de los procesos de engorde o bien con mayor plazo. La mayor intensificación vía alimentación a grano hoy se encuentra limitada por el alto costo del maíz. Los encierres cada vez son más cortos y reservados para la etapa final de terminación del animal. Esto seguirá siendo así en los próximos años, dada la actual configuración del escenario mundial de granos. Por tanto, un engorde con mayor participación de pasto requerirá procesos más largos que, como ya hemos visto el año pasado, generan baches de oferta durante la fase de crecimiento de estos circuitos.
En conclusión, se debe trabajar paralelamente en dos ejes, por un lado, en aumentar la producción de carne por animal enviado a faena, pero también en incrementar la producción de terneros de manera tal de lograr elevar, definitivamente, esa tasa de extracción de equilibrio que hoy limita la faena a unos 13 millones de animales. Para esto último se requiere no sólo aumentar la cantidad de vientres en stock sino, fundamentalmente, de elevar la eficiencia reproductiva de esos vientres. Ambos ejes de acción demandan horizontes de trabajo de largo plazo y un contexto de menor intervención y mayor previsibilidad.
Fuente: Rosgan / Mercado Ganadero