Comisario inspector Diego Fabián Sambiase, jefe de la Coordinación Zonal de Seguridad Rural Bahía Blanca, en una imagen de hoy, en su oficina.
Por Resolución Ministerial 2663, la Superintendencia de Seguridad Rural se creó el 1 de julio de 2011. Fue ante el reclamo del sector agropecuario para combatir el delito de una forma más puntual desde el punto de vista operativo, tal como puede comprenderse. Así, se pretendió dar una respuesta operativa y eficaz.
“¿El balance? Entiendo que es muy bueno. Fallas existen en todos lados, como en cualquier sistema, pero seguimos trabajando para desarrollar la tarea de la mejor manera posible”, dijo el comisario inspector Diego Fabián Sambiase, jefe de la Coordinación Zonal de Seguridad Rural Bahía Blanca.
“Se creó algo importante y se sigue apostando a partir de un recurso humano inmejorable. Es lo más importante y se tiene que resaltar. Los efectivos son seres humanos excepcionales que, con frío, calor, lluvia y viento vienen a cubrir el servicio, lo hacen de la mejor manera y de la manera más profesional posible. Estoy orgulloso de la gente a mi cargo”, agregó.
La Policía Rural se divide por coordinaciones, que son las encargadas de controlar los Comandos de Prevención Rural (CPR).
La coordinación a cargo del comisario inspector Sambiase comprende desde los partidos de Patagones hasta Puan, incluyendo a Villarino, Coronel Rosales, Bahía Blanca, Tornquist y Saavedra. Los siete comandos de Patrullas Rurales tienen extremos de hasta 280 kilómetros hasta Patagones y 210 kilómetros a Puan. Referencias: Patagones, por ejemplo, posee 1,4 millones de hectáreas y Villarino, 1,1 M/H.
Visita del comisario inspector Diego Fabián Sambiase, jefe de la Coordinación Zonal de Seguridad Rural Bahía Blanca y del oficial principal Sebastián Ibarra (der.), segundo jefe del Comando de Prevención Rural de Bahía Blanca, a la AGA. Fueron recibido por el gerente de la entidad, Dr. Santiago Alvarez (izq.); y presidente y vicepresidente de nuestra entidad, Daniel Gallego (izqy Mariano D’Amore, respectivamente. Fue en julio de 2020.
“Para el trabajo tenemos vehículos 4x4, ya que también nuestra función es preservar los caminos rurales. La circulación la hacemos en la medida de las posibilidades, así como se infracciona a quienes lo hacen cuando los caminos no se encuentran en buenas condiciones por las lluvias. Y sabemos que, ante un eventual delito, quienes lo intenten se quedarán encajados, o aislados; por eso se recorre la periferia del ingreso a los campos; rutas y caminos alternativos en condiciones de transitar”, explicó.
La Superintendencia de Seguridad Rural —cuya base está en la localidad de Cañuelas— custodia el 92 % del territorio provincial, con una cobertura operacional de 30,7 millones de hectáreas y 156.000 kilómetros de caminos rurales y rutas provinciales, para llegar a la seguridad de 650.000 habitantes de zonas agropecuarias.
El personal del CPR asignado para nuestra región es de alrededor de 20 personas.
“¿Si la fuerza efectiva es poca? Sí, quisiera tener 50 efectivos, porque a mayor número puedo dar mayor respuesta. ¿Los móviles? Es la misma respuesta: con más recursos mayor operatividad. De todos modos, se trabaja con lo que tenemos y para eso contamos con el apoyo de los representantes de las entidades rurales y de los municipios de los siete distritos”, añadió.
El comisario inspector Sambiase —quien asumió en este cargo en agosto de 2019— destacó, también, la constante capacitación del personal.
“¿Si se puede mejorar? Por supuesto. Eso buscamos día a día. En ese sentido, es de destacar que cada coordinación es supervisada por la Superintendencia de Seguridad Rural, que está al mando del comisario general Ignacio Rosales, quien diagrama, direcciona las órdenes, se preocupa y nos apoya para que esto funcione”, sostuvo.
—¿Cómo es la interacción con los productores?
—Hoy estamos limitados por la pandemia, pero se tratan de utilizar todos los canales alternativos para lograr una mayor fluidez. Se hacen reuniones con los representantes de las distintas organizaciones que nuclean al campo y se entrevista a quienes habitan en la zona rural. De esta forma se va interactuando y se toma conocimiento de las necesidades. Eso nos lleva a ser más eficaces en nuestra tarea.
“¿Si mejoró la conectividad? Sí, pero nos quita el acercamiento; el cara a cara. Eso es fundamental para nosotros. El contacto diario con la gente es diferente, pero es una fase que superaremos”.
—¿Cuál es el delito de mayor frecuencia?
—En realidad, tenemos bastante lo controlado en la zona rural. La contravención de los cazadores es la más repetida, pero se trata de un tema cultural. Es inevitable que el hombre salga a cazar. Es algo que no se puede erradicar ya que, a veces, en algunos campos se permite hacerlo y, además, las extensiones son muy grandes. Pero no tenemos muchos conflictos abiertos, sino algunos puntuales. Por fortuna.
—¿Respecto de los silobolsas, el delito de mayor frecuencia en el norte provincial?
—Casi no hay registros. Es un gran problema, pero en nuestra zona parece contenido. Tenemos un sistema de controles y de recorrida para evitar esas prácticas.