El discurso del Gobierno pareciera poner énfasis en que la crisis del Covid-19 ha afectado sustancialmente el desempeño de las exportaciones. Lo cierto es que la tendencia en el deterioro de las exportaciones ya existía, lo único que hizo la pandemia fue agravar una situación ya existente.
De los últimos 114 meses, Argentina obtuvo caída de sus exportaciones en 61 de ellos; es decir, el 54% del total de los meses. Por lo tanto, el problema es estructural y no producto del Covid-19.
La verdadera razón del deterioro de las exportaciones de Argentina se encuentra en otras explicaciones.
El cepo y el incremento en la alícuota de los Derechos de Exportación (DDEE) son dos de las principales. Más aún, durante el cepo que se llevó a cabo durante octubre 2011 y diciembre 2015 muestran a las claras cómo perjudicaron la evolución de las exportaciones durante esos años, donde el deterioro fue progresivo. Así, entre 2012-2015, el 81% de los meses mostraron mermas; mientras que, en 2014 y 2015 no hubo ni un solo mes que mostrara un aumento.
Las retenciones cambiarias agravan aún más el problema. Esto genera que cualquier exportador sufre una quita mayor al 33 %. Si el exportador es, además, un productor agropecuario, entre restricción impositiva y cambiaria combinadas, cobra sólo el 40 % del valor de su producto.
Cualquier Plan Exportar que pretenda llevar adelante el Gobierno fracasará si no busca solucionar el problema del cepo; aunque proponga reducir algunos puntos porcentuales las retenciones impositivas. Desde luego, que esto último y el incremento de reintegros funcionarán como paliativo, pero lejos estarán de solucionar el problema de fondo.
Además, entre los factores que atentan contra la competitividad de los exportadores deberían sumarse las restricciones para importar insumos que lo obligan a comprar localmente más caro y/o de menos calidad; por lo que deberá competir en el exterior con un producto peor y más oneroso.
Al igual que otros desequilibrios macroeconómicos de Argentina, el deterioro de las exportaciones también es estructural debido al bajo nivel de competitividad que posee el país tras varios años de populismo. Para revertir la tendencia, el país requiere recuperar la competitividad para atraer inversiones.
Fuente: Libertad y Progreso. / libertadyprogresonline.org